http://francgilo.wordpress.com/2009/11/27/el-lumbago-en-el-deportista/
El lumbago en el deportista
El lumbago en el deportista
Es la enfermedad músculo-esquelética regional más frecuente a toda edad y en todos los estratos socioeconómicos de la población y se refiere como un dolor en la región baja de la espalda. Sin embargo, la mayoría de las personas que lo padecen no consultan por considerarlo una molestia menor, habitualmente transitoria. Se suele presentar como dolor agudo, entre los 30 y los 50 años de edad, que cede después de 8 semanas como plazo máximo en el 90% de los casos, sin importar que intervención se haya hecho. Es importante que los enfermos sepan que los ataques agudos se resolverán espontáneamente en la inmensa mayoría de los casos. Evite por tanto aconsejar reposo prolongado y al contrario, el médico puede indicar el regreso a las actividades habituales lo más pronto posible. Existe un porcentaje bajo de enfermos que hace crisis repetidas de dolor lumbar o que desarrollará un lumbago crónico y que constituyen un gran problema social y médico.
Clasificación: Se distinguen 5 tipos de LUMBAGO:
Mecánico: más del 90% de los casos, secundario a patología articular o periarticular de columna (por ejemplo esguinces) o a lesión de músculos o ligamentos.
Neurogénico o ciática: 5% de los casos, mayoritariamente por hernias del núcleo pulposo.
Inflamatorio: 1% de los casos, por ejemplo una espondiloartritis anquilosante
Causas sistémicas o neoplásicas: 1% de los casos, como por ejemplo metástasis espinales, tuberculosis de la columna.
Psicogénico: En este caso los individuos simulan dolor lumbar y buscan algún tipo de compensación emocional o económica.
El LUMBAGO MECÁNICO es la causa más frecuente. El 80% de las personas padece lumbago mecánico alguna vez en su vida, aunque sólo una fracción muy pequeña consulta por ello. El carácter de lumbago mecánico está dado porque el dolor característicamente se produce con el movimiento y se alivia con el reposo, aunque si se está sentado o de pie por mucho rato también duele. Los enfermos refieren que comenzó por una acción específica, o una postura particular o después de un traumatismo menor. Si bien el dolor es máximo en la zona lumbar baja también duele por irradiación hacia el muslo hasta la rodilla. Nunca el dolor de un lumbago mecánico se irradiará más abajo de la rodilla. Las causas más probables son la espondilosis y los esguinces de músculos y ligamentos.
En el lumbago mecánico, el enfermo refiere dolor lumbar de comienzo relativamente repentino (a veces “después de una fuerza mal hecha”), que aumenta al moverse o al cargar peso y que alivia en reposo, generalmente acostado. Las limitaciones funcionales más frecuentes son dificultad para subir escalas, agacharse y para levantar objetos; en caso más graves hay dificultad para deambular y dificultad para realizar las labores de la vida diaria.
En el examen físico se puede encontrar disminución de la flexión y de la extensión lumbar. En casos más graves pueden estar presentes una musculatura para espinal sensible y contracturada, una limitación importante de la flexión lumbar, de la flexión lateral, de la extensión y de la rotación. El mayor valor del examen físico es el de descartar compromiso neurológico, irradiación de patología originada en la cadera o en las bursas trocantéricas o dolor originado por enfermedades de la pelvis o de la próstata. En el lumbago mecánico el estudio radiológico simple de columna se realiza en general para descartar otras patologías vertebrales. No existe buena correlación entre los síntomas y los hallazgos en las radiografías propios de cambios artrósicos o “degenerativos” de la columna, ya que estos son extremadamente frecuentes después de los 40 años.
LA COLUMNA Y SUS FLEXIONES:
La zona lumbar es una de las zonas más vulnerables a nivel músculo-articular del cuerpo, y es sin duda la zona más frágil de la espalda. Es fundamental entender en la práctica cual es la diferencia entre la flexión de cadera y la flexión vertebral lumbar para proteger la zona lumbar de abusos en la practica y progresar sin dañar la zona.
El abdomen - musculatura anterior- flexiona el tronco hacia delante, la zona lumbar - musculatura posterior- realiza la extensión hacia atrás.
La zona lumbar tiene necesidad de tonificarse pero sobre todo de estirarse correctamente, pues es lo que relaja su acción. La zona abdominal debe fortalecerse sin embargo, pero es cierto que un abdomen fuerte no es un abdomen tenso.
La zona lumbar tiene necesidad de tonificarse pero sobre todo de estirarse correctamente, pues es lo que relaja su acción. La zona abdominal debe fortalecerse sin embargo, pero es cierto que un abdomen fuerte no es un abdomen tenso.
El acortamiento muscular posterior del cuerpo y la extradistensión muscular anterior interactúan favoreciendo una a la otra. La musculatura del abdomen conecta la zona anterior del tronco con la zona posterior inferior de la espalda, abdomen y zona lumbar se influencian directamente. Si el abdomen está débil debilitará a la zona lumbar, si está fuerte, ayudará a fortalecer a la zona lumbar.
La zona lumbar es la zona bisagra más importante del cuerpo. Sus músculos y ligamentos deben cumplir dos funciones complementarias , permitirnos permanecer erguidos, y al mismo tiempo, darnos movilidad
de flexión.
de flexión.
Por un lado la musculatura superficial lumbar necesita flexibilidad para mantenerse en buen estado, pero por otro lado los ligamentos y la musculatura profunda lumbar necesitan una suficiente tensión natural, que les permita mantener el cuerpo erguido, de no ser así, caeríamos hacia los lados como un muñeco de trapo.
Si realizamos un estiramiento mantenido excesivo sobre estos músculos profundos y ligamentos, éstos perderán la tensión natural que les caracteriza, y que les permite actuar de freno del movimiento, se debilitarán y surgirán con ello el dolor lumbar, lumbago o lumbalgia . La flexión no debe ser vertebral sino que debe partir de las caderas
Si realizamos un estiramiento mantenido excesivo sobre estos músculos profundos y ligamentos, éstos perderán la tensión natural que les caracteriza, y que les permite actuar de freno del movimiento, se debilitarán y surgirán con ello el dolor lumbar, lumbago o lumbalgia . La flexión no debe ser vertebral sino que debe partir de las caderas
FLEXIONES HACIA ADELANTE
Al hacer la flexión y con el fin de favorecer el estiramiento posterior de las piernas y para protegernos de una posible hiperluxación lumbar y sus consecuencias – lumbago, lumbalgia-, conviene en primer lugar recoger la masa muscular de los glúteos con las manos y llevarlas hacia atrás previamente a la flexión.
De esta forma los isquiones apoyan fácilmente en el suelo, y colaboran en la estabilidad de la postura y en un correcto estiramiento bipolar.
Las caderas serán el vértice de la flexión, la correcta flexión no debe realizarse desde las lumbares -flexión vertebral-sino desde las caderas-flexión de caderas-.
Las dos caderas y toda la parte posterior de las piernas, así como los talones, deben apoyar por igual en el suelo, el suelo recibirá el mismo peso de cada lado. Deberás ayudar al lado del cuerpo que le cueste más realizarlo
Estírate inicialmente hacia adelante, sin prisa por bajar, dejando las caderas lo más atrás posible, no te estires hacia abajo, arqueando la zona lumbar. Así protegerás tus lumbares de un estiramiento abusivo, y garantizarás un buen progreso en tu práctica.
Con esta sencilla precaución creamos más espacio interior, alineando correctamente la zona lumbar y dando una correcta continuidad al estiramiento pierna-espalda.
Para deshacer la flexión es recomendable subir la espalda redondeándola ligeramente, salvo que tu espalda lumbar esté suficientemente entrenada.
La posición del cuerpo en el espacio, la mayor o menor presencia del suelo en el ejercicio, la ayuda a favor del ejercicio de la fuerza de la gravedad, hacen que un ejercicio aporte mayor o menor autoprotección lumbar.
Tratamiento
Si padece dolor de espalda desde hace poco, puede que no le sirva de nada hacer ejercicio. Una revisión acaba de desvelar que las terapias de ejercicios sólo resultan eficaces cuando el paciente lleva más de tres meses sufriendo lumbalgia. En estos casos crónicos, lo más recomendable son los ejercicios de fortalecimiento y estiramiento lumbar.
A esta conclusión ha llegado un equipo de expertos en salud laboral tras analizar las evidencias disponibles acerca del tema, en total más de 60 ensayos clínicos con 6.390 pacientes aquejados de lumbalgia. Sus recomendaciones, que acaban de publicarse en “Annals of Internal Medicine”, difieren según la duración de la dolencia:
LUMBALGIA AGUDA.
El ejercicio no parece aliviar a las personas que llevan menos de seis semanas sufriendo dolor lumbar. “Sin embargo, queremos destacar que la terapia de ejercicio no es lo mismo que el consejo de mantenerse activo, que es una estrategia terapéutica recomendada en los pacientes agudos”, matizan los autores.
LUMBALGIA SUBAGUDA.
En las personas que llevan sufriendo lumbalgias entre seis y 12 semanas, un programa de ejercicios gradual parece aliviar las molestias y mejorar la movilidad del paciente, si bien los investigadores advierten que las evidencias disponibles son moderadas. En cuanto a otro tipo de actividades, “las evidencias son insuficientes para avalar o refutar la eficacia de la terapia de ejercicios en el dolor lumbar subagudo”, precisan los investigadores.
LUMBALGIA CRÓNICA.
En pacientes con un dolor duradero (más de 12 semanas) los ejercicios sí resultan eficaces, tanto para aliviar el dolor como para mejorar la movilidad del afectado. Según el metaanálisis, “el ejercicio es al menos tan eficaz como otros tratamientos conservadores”, como son la terapia manual y conductual, el consejo de mantenerse activo o la educación. “En general, las mejorías son pequeñas, pero estadísticamente significativas”, matizan estos especialistas, quieres creen que las bondades del ejercicio en estos casos pueden diferir según el tipo de actividad física de que se trate.
EL EJERCICIO IDÓNEO
Precisamente, para discernir esta segunda cuestión los autores han realizado una revisión de todos los trabajos en los que se investigaban diferentes tipos de ejercicio para el dolor de espalda crónico.
Los ejercicios para fortalecer la espalda (es decir, los que exigen contraer la espalda, se repiten varias veces y trabajan grupos musculares determinados para aumentar la fuerza muscular) son los idóneos para mejorar la movilidad del paciente.
En cuanto al alivio del dolor, los más eficaces son los estiramientos, ejercicios diseñados para mejorar la movilidad de una articulación o grupo de articulaciones y alongar los músculos, supuestamente contraídos o acortados. Ambas terapias resultan más eficaces que otras actividades, como los ejercicios de flexibilidad, caminar o nadar.
“La estrategia más eficaz parece ser programas de ejercicios diseñados individualmente, supervisados (por ejemplo, ejercicios caseros con el seguimiento regular de un terapeuta) y animar al paciente al cumplimiento para conseguir una alta dosis [más de 20 horas de ejercicio]. Añadir otros tratamientos conservadores, como el consejo de mantenerse activo, los antiinflamatorios o la terapia manual también resultan en un mayor alivio del dolor y en mejor movilidad”, comentan estos especialistas.
Deportes perjudiciales para la espalda
Aunque el deporte es conveniente y recomendable para la espalda y la salud en general, la práctica inadecuada de algunos deportes puede ser perjudicial para la espalda, especialmente para quienes los prácticamente intensamente durante el verano sin hacer ejercicio el resto del año.
Por ello, la Fundación Kovacs, principal entidad española en el ámbito de las dolencias de la espalda, recomienda seguir varias pautas para evitar posibles complicaciones durante el verano.
Práctica regular e intensidad progresiva. Evite grandes esfuerzos deportivos después de largos períodos de inactividad. Es conveniente mantener los hábitos deportivos durante todo el año, y cuando resulta posible aumentar su intensidad o frecuencia, incrementarlas de manera progresiva.
Desarrollo de la musculatura. Es conveniente realizar un programa de ejercicios que desarrolle adecuadamente la musculatura de la espalda y de los abdominales, antes de practicar deportes que requieran su participación. Cuanto más lo estén y más equilibradas sean, menor riesgo habrá de lesionar la espalda haciendo cualquier tipo de deporte. Cualquier actividad física regular es mejor que ninguna, pero los ejercicios que son más adecuados para una persona pueden no serlo para otras. Por eso es conveniente que un especialista realice una exploración física y un balance muscular para determinar qué ejercicios resultan óptimos para una persona concreta.
Entrenamiento adecuado. Debe preparar especialmente la musculatura que trabaje más en el deporte que vaya a practicar, y antes de iniciarlo es conveniente un período de calentamiento.
Entrenamiento adecuado. Debe preparar especialmente la musculatura que trabaje más en el deporte que vaya a practicar, y antes de iniciarlo es conveniente un período de calentamiento.
Estilo. Es fundamental el uso de un estilo correcto, que incluye el cumplimiento de las normas de higiene postural aplicables a cada deporte.
Material deportivo. La utilización de un adecuado material puede disminuir el riesgo de que un esfuerzo deportivo desencadene en una crisis dolorosa.
Deportes con mayor riesgo. Como deportes que pueden aumentar el riesgo de padecer dolor de espalda, y por lo tanto hay que tener mayor cuidado, se encuentran aquellos que obligan a realizar movimientos de flexo-extensión de la columna, torsión brusca o mantenida, que someten la columna a vibraciones, o que tienden a desarrollar más la musculatura de un lado que la del otro.
Ejemplos de deportes en los que se dan estos factores y suelen practicarse con mayor frecuencia en verano son el golf, el windsurf, el tenis o el squash. Pese a ello, no plantean un riesgo relevante si se practican de manera regular a lo largo de todo el año, la forma física general es buena y el desarrollo muscular resulta adecuado, pueden practicarse sin ningún riesgo.
En el caso del golf, éste obliga a adoptar posturas y realizar movimientos repetidos de flexoextensión y bruscos de torsión y rotación, que pueden aumentar el riesgo de padecer dolor lumbar. La repetición de estos movimientos constituye un riesgo para la espalda, que unido a la falta de técnica, experiencia o forma física, incrementa la posibilidad de lesión. Otro factor de riesgo para padecer lumbalgia son las vibraciones. En este caso, la calidad del material deportivo y el nivel del jugador influyen en su efecto, que también es modulado por la forma física y la musculatura.
En la vela o windsurf, los movimientos de rotación de la columna vertebral, con carga o contra resistencia, y el mantenimiento del tronco en posturas extremas (flexionado hacia delante o hiperextendido hacia atrás) constituyen posibles factores de riesgo para la aparición o persistencia de dolores de espalda.
En el tenis o el squash, además de los riesgos anteriores se une que los movimientos se hacen rápidamente y, salvo que el entrenamiento sea bueno, se intenta golpear la bola en posturas forzadas. Además, su práctica intensa tiende a desarrollar más la musculatura de un lado que la del otro lo que, si no se realiza el ejercicio compensatorio adecuado, a largo plazo puede generar una asimetría perjudicial para la espalda.
Las preguntas más frecuentes
¿Siempre se necesitan las radiografías? No. Una radiografía, una tomografía o una resonancia magnética (imágenes) no identifican la causa del dolor. No deben ordenarse por rutina. Las imágenes son útiles cuando se sospechan enfermedades graves, cáncer, infecciones, golpes y fracturas y compromiso nervioso. No hacen diagnósticos, los confirman.
La imagen por sí sola no sirve si no se relaciona con los síntomas del paciente. Las imágenes pueden revelar alteraciones, que no tienen síntomas y viceversa. El examen clínico es fundamental.
La imagen por sí sola no sirve si no se relaciona con los síntomas del paciente. Las imágenes pueden revelar alteraciones, que no tienen síntomas y viceversa. El examen clínico es fundamental.
¿Tomo calmantes? Los analgésicos son para disminuir síntomas. No deben administrarse a la ligera. Se recetan después de un examen médico completo y teniendo en cuenta al paciente. Requieren horario fijo (nunca a voluntad), en dosis exactas y por tiempo definido. El médico debe tener claro lo que busca y comentarlo con su paciente.
Relajantes musculares. Solo el médico los ordena. No siempre son necesarios.
Otros medicamentos, como los antidepresivos, nunca deben suministrarse en lumbalgia aguda, en la lumbalgia crónica su uso analgésico requiere la intervención de un especialista. De igual modo, los anticonvulsivantes cuando el dolor es originado en los nervios.
Hay que evitar la automedicación. Consulte siempre con el médico.
¿Es necesario el reposo en cama? No. La evidencia clínica demuestra que la mejor terapia es la actividad. La cama retarda la recuperación.
Trabajo. El pronto retorno a la actividad laboral favorece la mejoría. No es necesario esperar a que desaparezca el dolor para hacerlo. Se recomienda un análisis ergonómico del puesto de trabajo, educar sobre posturas en el trabajo y eliminar riesgos para la espalda en el área de labor. De no hacerse, el problema se repetirá.
¿Son útiles el ejercicio y las fajas? Los ejercicios de espalda no benefician en la fase aguda. Después de diez días se recomienda una rutina de 20 a 30 minutos diarios (tres veces por semana) de ejercicios aeróbicos sin impacto (caminar y nadar, por ejemplo). Las fajas, los corsés y demás soportes de espalda no evidencian utilidad.
¿Se necesita fisioterapia? Si el dolor se alivia espontáneamente, no es necesaria en la fase aguda. No evidencia utilidad antes de tres semanas. En esta fase los masajes terapéuticos proporcionan cierta mejoría. En la lumbalgia crónica la fisioterapia debe orientarse a la restauración funcional y a la educación postural, siempre por un profesional.
Psicología: ¿Sí o no? Las técnicas cognitivo-conductuales para modificar comportamiento frente al dolor han demostrado ser muy útiles. Su aplicación tiene gran impacto en la lumbalgia crónica, siempre que sea específica para cada paciente. Profesionales en este campo deben conformar los equipos de tratamiento.
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